Ficha técnica
- Emplazamiento o localidad
- Guadalajara
- Provincia
- Guadalajara
- Comunidad autónoma
- Castilla - La Mancha
- Institución solicitante:
-
Ayuntamiento de Guadalajara
- Firma del convenio:
- 11 de diciembre de 2018
- Inicio de las obras:
- 26 de agosto de 2019
- Recepción de las obras:
- 23 de septiembre de 2020
- Financiación del Ministerio de Fomento
-
75,00 %
329.467,41 €
- Cofinanciacion: Ayuntamiento de Guadalajara
-
25,00 %
109.822,47 €
Reseña histórica
Comenzada la construcción entorno al año 1920, fue denominado en su origen Fundación de San Diego de Alcalá (de la Condesa de la Vega del Pozo), con el edificio principal en el colegio de las Adoratrices, bajo proyecto de Ricardo Velázquez Bosco por encargo de María Diega Desmaissières, condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano. Es prácticamente en esas mismas fechas (1925), cuando se va a producir un hecho importante para nuestro estudio, pues los familiares de Santa María Micaela cedieron a la Congregación una casa para educar en ella a la juventud de la Provincia y cuidar el Panteón familiar de la Condesa Vega del Pozo. Es la Condesa María Diega, heredera de la familia Desmaissières, quien ordenó levantar un gran edificio destinado a escuela - colegio y convento de las madres adoratrices. Dicho edificio se encontraba en medio de un enorme espacio ajardinado con huertas, secanos, jardines y paseos y el no menos enorme colegio, más otros dos edificios importantes: la iglesia de Santa María Micaela y el excepcional panteón de la Duquesa de Sevillano, del que la reja que nos ocupa formaría parte del cierre del conjunto. La verja es trazada por Velázquez Bosco, uno de los más importantes (sino el que más) arquitectos españoles del siglo XIX.
Resumen técnico
e llevan a cabo dos grandes actuaciones. Una relativa al zócalo pétreo y otra a los elementos metálicos. Es evidente que, en ambas, es precisa la actuación de un restaurador y los diferentes especialistas en los trabajos más finos de decoración, así como canteros y albañiles fundamentalmente sobre los apoyos, pues las barras de anclaje han causado algunos problemas especialmente en los empotramientos en las basas o en las mochetas. Ni la fijación de la reja en la piedra mediante el tradicional emplomado, ni el simple mortero evitan que en muchas ocasiones se produzca la oxidación del hierro de las garras de sujeción a dicha piedra. Incluso, en ocasiones, para asegurar la sujeción de la reja, se introducían elementos espurios en las cajas abiertas en la piedra (clavos de hierro, cuñas de pletina, etc). Con el paso del tiempo, comienza a producirse entrada de agua y, con ella, del oxígeno, lo que produce la oxidación de los barrotes y de cualquier elemento en contacto, provocando un aumento de volumen que puede llegar, a veces, a un 600% del inicial, y que hace efecto de cuña en la piedra, rompiéndola.